
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas confieren un beneficio a la salud del huésped. Pero para que un microorganismo se considere probiótico debe tener las siguientes características:
No generar enfermedad al huésped.
Sobrevivir al medio ácido del estómago y al efecto de la bilis en el duodeno.
Tener la capacidad de adherirse a las células epiteliales del intestino.
Adaptarse a los microorganismos ya existentes en el organismo.
Ser capaz de producir sustancias antimicrobianas.
Favorecer el incremento de las funciones inmunes y las actividades metabólicas.