
Estamos ante una situación histórica, como el haber logrado un etiquetado claro, tan claro que también son históricos los amparos derivados por parte de las empresas, que siguen defendiendo sus intereses a costa de la salud del consumidor. Una lección que deja estas lamentables circunstancias, es que ni toda la evidencia científica logra su fin social, cuando el consumidor se encuentra inmerso dentro de un ambiente obesogénico y una cultura alimentaria que se ha construido en poco tiempo, pero con grandes impactos por las empresas de ultraprocesados, refleja la falta de apropiación de la ciencia para mejorar u ofrecer mejores productos; pero si usan las neurociencias y química sensorial de sus ingredientes para promover la aceptación y consumo de sus productos.