
Hace apenas unos meses, en noviembre del 2012 para ser precisos, se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012. Esta encuesta, como seguramente ha leído o escuchado, amable lector, ofrece información sobre el diagnóstico actualizado de salud en nuestro país. Los primeros resultados difundidos mostraron un importante aumento de las enfermedades no transmisibles (obesidad, diabetes mellitus), cifras que fueron confirmatorias de la transición epidemiológica por la que pasa nuestro país.
Si bien esta transición resulta alarmante y de gran interés para la población y los servicios de salud; existen otras causas subyacentes de mortalidad en ciertos sectores de la población que la ENSANUT también reportó y vale la pena conocer. Una de estas enfermedades corresponde a la anemia.
Aunque comúnmente se tiene la creencia de que se trata de un padecimiento propio del embarazo, la anemia también afecta a una importante proporción de mujeres no embarazadas. Se presenta con más frecuencia en los niños y en las mujeres en edad reproductiva (12 a 49 años). En la vida adulta, la anemia disminuye considerablemente la productividad de las personas, por lo que su prevención y tratamiento oportuno mejoran notablemente la calidad de vida.