
Beber es tan importante como comer. Probablemente, la conducta de beber sea una de las pruebas más fehacientes de que los
seres humanos no respondemos correctamente a una de nuestras necesidades: la sed. Imaginemos la siguiente escena: acabo una breve carrera por las escaleras para llegar a tiempo a una reunión, hace calor y en mi cabeza hay una frase inquieta que espera acción: tengo sed. Al
entrar a la sala y a unos pasos se encuentra toda una oferta de bebidas refrescantes: agua,
café, jugos, refrescos y botellas con colores vibrantes que no tengo la menor idea de qué contengan.