
En diciembre del año 2019, en una de las ciudades más pobladas de la república democrática popular de China, se identificó por primera vez un agente submicroscópico que cambiaría completamente la vida de todo el planeta. Cuatro meses después, la humanidad continúa enfrascada en un conflicto donde el peor enemigo podría no ser el virus (ahora denominado COVID 19), sino su propia salud mental.