
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), así como para Latinoamérica, se considera que hay presencia de seguridad alimentaria (SA) cuando “Todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable”. La SA presenta cuatro dimensiones primordiales; 1) disponibilidad física de los alimentos, 2) acceso económico y físico a los alimentos, 3) utilización de los alimentos y 4) la estabilidad en el tiempo de los 3 anteriores (1,2). Por otro lado, la inseguridad alimentaria compromete el consumo o ingesta de alimentos que cubran las necesidades nutrimentales, motivo por el cual lograr una SA complica para las familias afectando a los grupos más vulnerables como son los niños, niñas, mujeres embarazadas y ancianos. Para el caso de la infancia, se incrementa el riesgo de mala nutrición por exceso o por deficiencia (1).