El consumo de pescado y mariscos es considerado una fuente importante de proteínas y ácidos grasos omega-3, nutrientes esenciales para la salud cardiovascular y el desarrollo neurológico. Sin embargo, junto con estos beneficios, existe un riesgo creciente: la presencia de contaminantes ambientales en los ecosistemas acuáticos, que pueden llegar a los alimentos que consumimos. Entre ellos se encuentran metales pesados, microplásticos, plaguicidas y residuos de fármacos.
Este artículo explora cómo estos contaminantes entran en la cadena alimentaria y cuáles son sus posibles implicaciones para la salud humana, con un énfasis en el consumo de pescados y mariscos en México.