
El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y su etapa final, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), ataca al sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones y ciertos tipos de cáncer. Este fue identificado por primera vez en 1981, sin embargo, aún representa un problema vital de salud pública, particularmente en países de recursos limitados como México (1).